EXCRITURA DE KEITH JARRETT
La tarde ya es un lejano recuerdo en el piano,
sombras disonantes en la ventana
y esos gemidos, tan adentro,
junto a la voz muda de mis propios latidos.
El movimiento de la melodía
apenas se define un instante y cae,
o se pierde junto al humo lento del cigarrillo
hasta desaparecer contra el cielo raso.
Es demasiado para los oídos,
algo visible se esconde entre las notas;
claro que vos lo ves, o tus dedos,
pero yo... ni siquiera cerrando los ojos.
Así no importa que venga la noche
con la suave devastación de melancolía;
apenas falta un buen vaso dorado
para que tu música olvide los silencios del alma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario