LA ENFERMEDAD DEL IDIOTA
A veces, el idiota no lo puede evitar
y ya cansado de jugar con su perro en el jardín
en su cabezota aparece un pensamiento
o una idea o algo parecido, o peor.
Él sabe que es parte de la enfermedad;
sin embargo, ante eso no existe remedio ni cura.
La realidad suele ser impiadosa,
y aun no logra convertir su mundo en otro mundo.
Paralizado por el terror, babea,
busca consuelo en el muro o el pino, mira al cielo.
Por suerte, apenas transcurren unos minutos
ya se olvida, y pasa, y vuelve a ser el idiota.
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