EXCRITURA DE ALLEN GINSBERG
Salvo por mi perro Pipo
ya no se escucha ningún aullido.
Nadie está a salvo,
todos afuera de la eternidad.
¿Quién cultiva margaritas
para ese ángel rubio de la luz?
Ahora solo suenan bombas
y las mentes tiemblan, las peores.
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