lunes, 13 de junio de 2016

EXCRITURA DE ANTÓN CHEJÓV


Al hábil aprendiz de Don Juan
lo venció el paseo inocente de un perrito.

Solo eran encuentros casi casuales
con la cómplice compañía del malecón.

Ella quería vivir, realmente vivir...
Pero él no lo podía comprender.

Todo debía pasar con los días; y no pasó:
¿No estaban deshechas sus vidas?

Por fin entendió que necesitaba esa correa
y la imposible eternidad del verdadero amor.

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