martes, 7 de junio de 2016

LA ALFOMBRA DEL IDIOTA

Al llegar cada nuevo otoño
el idiota corre a treparse en el pino.
A pesar de los ladridos alarmados de su perro,
él no se detiene hasta ubicarse en lo más alto.

Así puede pasar largas horas,
solo, babeando, viendo las hojas caer en la lentitud.
Su mirada se asombra ante esa alfombra
y anticipa el momento de acariciarlas con sus pies.

Cuando silba demasiado la brisa
el idiota baja sin darle importancia a los rasguños,
suaves heridas de las ramas rebeldes.
Feliz, el crujido de sus huellas completan la tarea inútil.

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