EXCRITURA DE AMELIA BIAGIONI
Como cada día
me levanto sin nombre.
Esa culpa, siempre.
En la nunca, la sombra
indescifrable:
entra, usurpa, huyo.
No sé quién soy,
me pierdo;
alguna, aquella mano.
Solo en la noche
empiezo a recordarme,
fiel, mansa la luz.
Pero al otro día
ese ruido sucio,
y despierto sin nombre.
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