EXCRITURA DE ZELARAYÁN
Aligerado del bolsillo del alma,
su cuerpo
apostó mal a las palabras.
Si ni siquiera podía oír...
Claro que perdió
al descubrir el gesto del silencio.
Uno vive para exprimir un sueño.
Después muere
y cualquier lata se le ríe sin asco.
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