viernes, 10 de junio de 2016

LA INMENSIDAD DE LAS BABAS

Una sola vez pudo ver el mar. Tan inmenso;
él creyó que solo era un sueño,
como si sus babas se hubieran transformado por la brisa
y las olas agitaran su respiración.

Claro que sintió mucho miedo,
el aroma de la sal le llegaba hasta los huesos.
Así que de ninguna manera podía ser real,
aunque el sol vigilaba la línea roja del horizonte.

Antes de irse cerró un instante los ojos,
dejó que sus pies besaran las lenguas de la orilla.
Y al alejarse, al ver sus huellas,
el idiota sintió la calma del fondo más profundo.

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