jueves, 9 de junio de 2016

KAFKA Y EL IDIOTA

A ese punto llegó el idiota.
Claro no lo sabe, nunca leyó a Kafka
y seguramente le importa menos que su perro
o el solcito que empieza a pintar el jardín.

Tampoco, al igual que con el idiota,
sabemos que pensaba Kafka al escribir, sin vacilar,
que a partir de determinado punto ya no hay regreso.
Y además, regresar a dónde...

Ahora la mañana es una palabra verdadera.
Solo es un nuevo día, otro o el mismo de siempre.
El idiota sonríe y babea, como Kafka conoce el mandato:
es preciso alcanzar ese punto.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario