viernes, 12 de mayo de 2017

XXII

Ayer a la tardecita
volví a caballo,
acaso solo,
convaleciente,
casi muerto.

Tan leve el galope
y los árboles.
Lejísimo,
el cielo
y el único regreso.

Oculto en el llanto,
bajo un pañuelo
y vi la claridad,
cerrados
o abiertos los ojos.

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