XXII
Ayer a la tardecita
volví a caballo,
acaso solo,
convaleciente,
casi muerto.
Tan leve el galope
y los árboles.
Lejísimo,
el cielo
y el único regreso.
Oculto en el llanto,
bajo un pañuelo
y vi la claridad,
cerrados
o abiertos los ojos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario