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Siempre busco a ese arroyo
que conocí en mi infancia.
¡Qué verde era el tiempo
allá abajo...por primera vez!
A veces lo cruzaba un galope
o una sombra de víboras;
me puse botas de cuero,
pero no me animé a entrar.
Junto a mi asombro de niño,
un puente, el viento y el campo,
y en el fondo sin otro fondo
algo ardiendo más que el sol.
Hasta me olvidé del cielo,
las suaves nubes de ángeles;
lejos flotando la mirada
en las ondulaciones vivas.
Todavía busco a ese arroyo
que aun corre en mis sueños.
Allá abajo y tan verde
por primera vez...vi mi muerte.
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