martes, 9 de mayo de 2017

III

Si alguna vez pudiera estornudar el alma
y ver el miedo de sus ojos.

Pero corre el agua del arroyo...
y solo puedo llover.

Y al caer las hojas secas del otoño,
me arrastra la tristeza.

Peor en las avenidas tan alteradas,
ni siquiera un bocinazo.

O frente a los enormes departamentos
cuando oigo a la muerte.

Eso sí, cada vez que vuelve a salir este sol:
soy un trompetista de la luz.

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