LÁGRIMAS ECOLÓGICAS
Desde que despierta hasta tomar el desayuno
él cumple la misma tarea:
cuidadoso y veloz,
aparta cada una de las hojas
que cayeron en el caminito al comedor.
Todos los días,
más o menos media hora.
No me dijo ni siquiera su nombre,
solo me miró muy serio.
Después logré saber la verdad:
si alguien pisa una hoja, nada contiene su llanto.
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