LA VISITA
Ese domingo, antes de que se fueran las visitas,
el Rulo volvió y comenzó a golpearse la cabeza sin parar.
El muro no podía contener su temblor.
Vino la enfermera, después unos cuatro o cinco enfermeros
y una inyección violenta lo calmó...
Todavia algo atontado, sin poder levantarse,
apenas murmuró: una sobredosis había matado a su madre.
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