CULPAS DEL INTERNADO
Aun no puedo olvidar cuando soñé con el Diablo,
casi puedo verlo
y sé que anda por el mundo.
Nunca lo dudo,
soy ese temblor.
Pero esa noche era un niño
que vivía en el campo,
había animales:
gallinas, patos, vacas, caballos...
Ese anhelo, lo sé, siempre,
fue el alcoholismo de mi padre.
Entonces sentí que el sueño empezaba a ser otro sueño
y entonces apareció...
Claro que lo reconocí,
siempre estuvo en mi cuerpo:
el macho cabrío,
su enorme pene,
mi felicidad incontenible
al poseer a mi madre.
Sin embargo, empece a llorar.
Al despertar, sorprendido,
no podía entender.
Salí rápido de la cama,
la enfermera vio la mancha de la culpa en el calzoncillo.
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