martes, 19 de septiembre de 2017

EXCRITURA DEL PERRO

Hasta con gusanos verdes en el vientre, apenas pellejos,
ese perro me seguía a todas partes, tan fiel.

Por supuesto, lo dejé vivir en mi casa,
casi un fantasma, solo lo alteraban los espejos.

Aunque su estado empeoraba cada día,
no me molestaba, ni siquiera su olor insoportable.

No podía evitar que, a ver sus ojos,
me sorprendiera un rostro ajeno y más real.

Si lo llevaba a la plaza, gemían las mascotas,
y sus dueños, aterrados, vomitaban de indignación.

Una noche adiviné el gran secreto,
lo peor, pero él seguía contento moviendo la cola.

Ya muerto, decidí echarme en su rincón;
a veces, cuando veo la verdadera luna, aullo y soy feliz.



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