EXCRITURA DE LEZAMA LIMA
Ese caracol, al andar,
un camino húmedo para la música del aire.
Entre frutas y flores,
su espalda protege la íntima gracia.
Un rumor enemigo
ya se acerca, invisible, a sus antenas.
Pero allí está el refugio,
una hoja de sombra en la rama desnuda.
Así es el amparo,
el silencio se consagra a la quietud.
Rastro de un eco, imagen,
no necesita preguntar por los dioses y el ser.
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