domingo, 3 de septiembre de 2017

EXCRITURA DE MARX

Todos los días, infatigable, encerrado en la biblioteca,
él pensaba en las cadenas de los hombres.
A veces, al imaginar alguna categoría,
hasta podía sentir el sufrimiento;
esos miles de cuerpos humillados, afuera, tan lejos,
y entonces insistía con el sueño de la salvación.
Nada era más difícil que atrapar la materia,
esa idea debía, al fin, hacer su propia historia.
Él nunca se olvidaba de ningún detalle:
el devenir insinuaba la certeza de un sentido.
Así que durante años le creció demasiado la barba,
mientras creía en el rigor de su ciencia
y en el verdadero destino de la humanidad;
con desesperación escribió sus obras,
ya su cabeza apenas soportaba tanto dolor,
pero su esfuerzo no logró vencer a las antiguas teodiceas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario