sábado, 16 de septiembre de 2017

EXCRITURA DE LO FENOMÉNICO

Frente a las rejas de tantas palabras en las ideas,
el filósofo ya abrió a la única ventana de su departamento.

Solo unos instantes levanta su cabeza,
demasiadas nubes negras, relámpagos y truenos.

Debajo un centenar de apuros en las veredas,
y los autos y colectivos y bocinazos y la inminencia.

Recién viajaba, otra vez, por Königsberg,
entre las críticas puras a la debilidad de la razón.

Siempre con su cuadernito y una birome,
sin prestar atención a las notas de su propia mano.

Pero lo sabido, confuso, ahí, perdido,
y las gotas empiezan a caer, una mujer y un paraguas.

Claro que bien podría analizar el fenómeno,
pero el viento es cruel, no admite ninguna categoría.

Todos esos movimientos son el miedo,
ese perro abandonado, sucio, el temblor, en un portal.

Aunque es irreal la imagen del afuera,
la ciudad amenaza los límites de su escaso mundo.

En el corazón, limpias, laten las impresiones,
y ahora el filósofo se pregunta por la simple verdad de la lluvia.


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