martes, 12 de septiembre de 2017

EXCRITURA DE LA FE

Tempranito, todos los santos días,
el sacristán bebe su bendición en el boliche del pueblo.

Nunca necesita decir nada,
al sentarse, el vaso oscuro ya está en la barra.

Nadie conoce su vida, apenas
ese gesto rápido de su brazo y la imagen del vacío.

En pocos minutos celebra la misa,
el instante pleno de la campanilla para la consagración.

No le importan las miradas,
él deja los billetes justos del pecado y se va...

Para algunos, un simple borracho;
para otros, la hipocresía de la poca vergüenza.

Todos los santos días, tempranito,
yo espero sentado en la barra su presencia real: mi única Fe.

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