ROSA DE LAS EXCRITURAS
La mañana encandila a la primera y única rosa:
abierta, una orgullosa diva en su escenario.
Sus pétalos apenas acompañan a la brisa.
Acaso cree, ingenua, en la eternidad de la belleza.
Pero pronto la cubrirá la sombra del laurel
y también llegará oscura la rutina de la noche.
Quizás convenga acercarse y conversar,
o al menos avisarle que no tenga miedito.
Después de todo solo existe en el poema
esa presencia tan plena y vacía: una palabra mágica.
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