EXCRITURA DE BECKETT
Después de mucho no pensar
las palabras, al fin, le cortaron la cabeza.
Ya no servía para nada;
la partida había llegado al final, el peor.
Mejor es sentarse a esperar,
siempre la nada tarda en llegar y es muda.
O ni siquiera eso, tal vez
el silencio está roto y para colmo, aturde.
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