viernes, 19 de agosto de 2016

DIALOGO EXCLUSIVO DE LAS EXCRITURAS.

A pesar de que se trataba de seres que desconocía, por algún motivo extraño nuestro enviado especial registró esta conversación. Después le aclaramos que eran Simón Rodriguez y Rodolfo Kusch. ¿Quiénes?, insistió. Así son los periodísticas, incluso los que trabajan para el laboratorio de la excrituras.

-Disculpe, caballero, ¿qué es ese aparatito?
-Mi viejo grabador...uno se encariña con las cosas.
-Ah, ¿y para qué sirve?
-Graba palabras, sonidos, música. Y después se pueden volver a escuchar.
-¿Lo mismo?
-Si, y las veces que quiera.
-¡Qué maravilla!
-Y...o inventamos o erramos, ¿no?
-Perdón, pero usted me conoce.
-También tengo grabadas sus ideas, pero en la cabeza.
-Ajá, y en el aparato qué guardó.
-Voces de indios, sus historias, mitos de la pobre gente.
-No crea; son sabios y hay muchos por acá.
-Puta, y no me quedan pilas...
-¿Pilas?
-Para el aparato, ¿ve?
-En mis tiempos se conversaba. Pero a mí, nada. Si hubiera tenido ese aparato.
-Bueno, a mí tampoco. Así es la vida, ¿no? Solo estar.
-Verdad, caballero, pero los indios también están, cerquita.
-¿De dónde son?
-De todos lados, vamos, yo lo puedo guiar.
-Usted es el guía perfecto, vamos
-A conversar.
-Sí, siempre hay algo para aprender.

Algo cansados, pero con entusiasmo, decidieron salir. Simón, aunque no funcionaba, le pidió que llevara el grabador. Rodolfo se lo entregó como si fuera un objeto sagrado. Iban cansados, los ojos bien abiertos y sin hablar, ni una palabra. Total, se entendían a la perfección.

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