LOS HUESOS DEL IDIOTA
Desesperado, por todos lados
el idiota ve huesos humanos bajo la tierra.
Muchos, demasiados, sin sepultura;
y no quiere mirar y los siente en sus huesos.
Si estaba tan tranquilo
en el jardín con su pino, los pájaros y su perro...
Y no puede -¿cómo?- comprender
por qué esas babas son tibias y en sus ojos.
Por suerte, arriba está el cielo
tan azul y profundo como el milagro del mar.
Pero no, en el fondo también y es peor:
ni siquiera un idiota como él encuentra un consuelo.
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