EXCRITURA DE MAROSA DE GIORGIO
Para revivir en la edad anaranjada
hay que reencender a las abuelas,
interrogar otra vez al alhelí,
hablar con las mariposas,
mandar aviso a las glicinas,
al humo, tan serio y tan tenue.
Hay que convocar a todos los testigos:
los que sufrieron, los que rieron...
y después, sin apuro, invitar a Dios.
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