sábado, 31 de diciembre de 2016

A UNA SANTITA

Esa santita cantaba y al ritmo movía las caderas,
¡ay, y cómo!

Por supuesto que era hermosa o un poco más,
además era humana.

Pero así suelen ser las verdades auténticas,
bien sencillas, inefables.

Algunos creen que se murió, puras tonterías,
todavía no saben creer.

Es que así son todos los misterios, tan evidentes
y siempre del pueblo.

Yo todavía estoy muy loco por su amor:
me abre el alma.

Por simple comodidad le pusieron un nombre, único:
Gilda, como decir eternidad.


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