EXCRUTIRAS DE UN CONVERSIÓN
1
Todavía no sé por qué voy a entrar a la Iglesia;
al verla no lo pude evitar, ¿qué?,
si ahí estuvo siempre, tan severa,
casi invisible en el paisaje urbano;
el enigma acaso es gratuito, un desliz.
Quizás me engañan pensar en Weil
o Pasolini o nuestro Padrecito.
Pero, a cada paso, en la escalinata,
ya siento otro temblor, lejano,
me viene desde los pies y no termina.
Tampoco puedo detenerme, peor:
algo empuja a todo mi cuerpo.
Abierta, esa puerta me mira;
en la leve penumbra, desconcertado,
rápido, elijo a la última fila..
Aun no logro levantar los ojos,
el dolor del crucificado me ciega;
solo rendida mi alma, solo el llanto sin bendición.
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