martes, 16 de enero de 2018

14

Ese viejito casi sin ningún diente
que prepara garrapiñadas,
todas las tardes
y les sonríe a los creyentes.
Y si le comprás,
a su manera,
él te da su bendición,
por la Virgen
y por Dios, gracias.
Claro que busca sobrevivir,
hace su negocio,
y consiguió un buen lugar:
tranquilo,
a la sombra.
Además, apenas es otro hombre,
seguro tendrá sus pecados,
o ni siquiera creerá...
Quizás nunca entró a rezar,
ni le preocupa,
solo cumple su horario:
él hace su trabajo
y carga a su propia cruz.
Todas las tardes...
¿ese viejito, afuera, no será la iglesia?

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