EXCRITURA DE PREVERT
Ya se sabe, cada uno con su propio circo:
el domador con la cabeza en el león,
en la tele los grandes chismes,
los drones silenciosos en Medio Oriente,
Doña Herminda con su vereda.
Yo todavía entro a las palabras de Prevert,
casi no las leo, solo las toco:
sé que ahí sonríe mi madrina,
y a veces puedo darle algún beso.
Lástima que al irse me quedé sin ningún circo.
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