lunes, 15 de enero de 2018

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Aquí no llega ni el frío ni el calor;
otro debe ser el aire
o acaso el mundo.
Claro que hay iglesias pobres,
muchas, vaya uno a saber.
Tantos cuerpos transpirados,
pocas ventanas, el sol.
Pero estas son solo excusas;
hace días que eludo,
esos pasitos al confesionario.
No lo puedo entender,
¿por qué contar mis pecados?
Además, tampoco imagino,
en ese rinconcito oscuro,
a la temperatura real de mi alma.

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