UNA PLEGARIA
El viejo compañero Horacio se te parecía punto por punto.
Era puro como un ángel pero no era un niño bien.
Era infeliz, y aun tenía esperanza,
Querido Dios,
la idea del poder no existiría sin la idea del mañana,
la consciencia no tendría justificaciones;
te lo suplico,
haznos vivir como las aves del cielo y los lirios del campo.
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