viernes, 30 de junio de 2017

12

El crujido mudo de las soledades
en lo más pálido de las cosas,
su isla zurcida en el naufragio
con la liebre ciega del tiempo,
¿hacia qué fuegos de la piedad?,
ya desaparecidas las ventanas,
las sábanas con su polvo frío,
y entre paréntesis la misma efigie,
el temblor coagulado de su voz:
día tras día, perdido en esa sombra.

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