LA CLARIDAD DE LO MÁS OSCURO
En plena oscuridad, a madrugada, me desperté alterado;
quizás porque veía todo con claridad, ahí:
sobre nosotros, desnudos, impotentes, inermes,
unos pocos hombres procuraban la muerte.
El gesto de uno de sus dedos,
así, podía desatar la inmediata destrucción;
todas nuestras energías y voluntades eran inútiles
para prolongar ni un minuto la vida.
Y no me quedaba más remedio que la resignación y dormir.
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