EL INFINITO
El río, el bosque, el prado y la viña
que protegieron nuestra infancia
y la de nuestras dulces madres
han quedado relegados al pasado,
como un nostalgia paralizada
o un sueño borroso e inmutable.
Por la noche, en los departamentos,
tan confortables, propios y ajenos,
aun sentimos el temblor del tiempo
y todos aquellos años y sus voces,
y así podemos imaginar el sepulcro
en nuestros lugares queridos, infinitos.
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