domingo, 25 de junio de 2017

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México es una ciudad de terremotos.
Quiero decir que es un terremoto que no ha terminado
y, por el momento, solo espera su resurrección.
Sus fachadas en hilera forman montañas rusas, toboganes...
Todo el suelo de la ciudad parece a punto de explotar,
minado, aguardando a la primera de las bombas.
No hay una casa que esté derecha,
ni siquiera las ruinas de un campanario.
Y su gente tiembla como las paredes de la ciudad,
también sus sombras parecen resquebrajadas, tan reales.
México es la brutalidad de mis poemas.

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