BENDICIONES
Aquella tarde los conejos se quedaron sin hierba,
¿La oscuridad del prado
y sus pecados desaparecieron?
Ni siquiera el establo, el vuelo del murciélago.
El muchacho que hablaba con las golondrinas
murió, o se quedó mudo.
Ninguna violeta, ningún aliso.
Pronto también se irán los labios de mi madre.
A pesar de que ha cambiado, irreversible, todo;
todavía me veo joven y pobre
y solo amo a aquellos como yo.
Los burgueses tienen una maldición en el cuerpo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario