sábado, 10 de junio de 2017

El ÚLTIMO

Todavía, antes de dormir, muchas veces volvía al lager;
y entonces veía a aquel viejo húngaro,
el último de los muertos de mi memoria,
los demás ya casi no tenían rostro.
Yacía rígido en el acto del hambriento,
la cabeza bajo el montón de tierra,
el vientre de los huesos en la nieve
y las manos tendidas hacia las patatas.
Ni siquiera lograba cerrar mis propios ojos;
¿podría dormir al llegar?, ¿podría al menos vivir en mi hogar?

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