jueves, 21 de diciembre de 2017
EXCRITURA URBANA
El típico dolor de la mañana,
las ventanas ciegas,
el alrededor sin consuelo
y el espejo vencido del rostro.
Ahí, en el mismo sillón,
ya el pensar ni se aburre,
apenas algo de radio,
sin pasar los instantes vivos.
Algunos ruidos que llegan,
bocinas, sirenas;
el vértigo de la costumbre,
y una paloma o un fantasma.
Ya no se está en la ciudad,
ni adentro ni afuera,
basta mirar cualquier árbol,
demasiado ajeno y dolor
Quizás sea el último símbolo,
su ausencia sagrada...
pero ya es el mediodía,
hay que preparar el almuerzo.
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