EXCRITURA DE LAS POTENCIAS DEL CUERPO
No encuentro a mi zapato izquierdo,
ando lento y medio torcido.
Tampoco la nariz,
pero me respiran las fotos viejas.
Peor los oídos:
solo escuchan los bocinazos,
griteríos de sangre;
nunca ninguna música.
Hace rato que estoy ciego;
por suerte, ver es una condena.
A veces me toco, y tengo un cuerpo
y todavía me engaña...
hasta quiere vivir.
¿Dónde se habrá escondido ese zapato?
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