martes, 12 de diciembre de 2017

EXCRITURA DE URSULA K. LE GUIN

Será que el mundo siempre es nuevo.
Y a veces, da miedo.
Aunque antes de estos días
el camino era el camino,
y las rocas y las plantas y la luz;
no acechaba el Perseguidor,
el que no tiene rostro.
Ya el tiempo perdió los sueños,
solo hay un dios
que mata y nunca renace:
el puente roto de la realidad,
entre el desamparo y el horror.
Ahí, afuera, despedazados los árboles,
el agua muy amarga,
el tallo negro de los helechos...
Y los niños hablan en otra lengua,
deciden si creer o no.
Pero un pueblo no puede estar loco,
ni el fruto de raíces profundas.
En el límite, al final del sendero,
alguien extiende una mano.
Será preciso cantarle a la lluvia,
entonces el bosque volverá a ser el mundo.

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