EXCRITURA HOMÍNIDA
El nómade inmóvil
ya no busca frutas ni peces.
Puede imaginar árboles,
ver algún arroyo;
y trata de masticar
para juntar a sus pellejos.
Temeroso de las hordas,
solo las llamas
y la luna, muy lejos.
Apenas respira su sombra,
el otro enigma.
A veces un aullido,
recuerdo de las sangres...
entonces apaga la televisión.
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