UNA EXCRITURA DE BOQUITAS PINTADAS
Durante largos meses de enfermedad,
entre los lamentos,
ahí, cerca,
bajo la escasa luz de la mesita de luz.
Apenas si podía completar una página
o dos, con suerte tres,
pero así, a veces sonreía;
esos enredados amores eran un consuelo.
En verdad, solo continuaba la historia
con otro tono;
el dolor era el mismo
y ella también lo deseaba a Juan Carlos.
Más aun ante las pocas visitas del barrio,
su aburrida curiosidad,
sus condolencias...
imitaciones obvias de los personajes de Puig.
Cuando, al fin, cerró el libro y los ojos
para siempre,
ahí quedó algo más.
Claro que se trataba de toda su vida, y la mía.
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