miércoles, 22 de marzo de 2017

EXCRITURA DE HÉCTOR A. MURENA

En la ausencia miserable del estar,
algunas pocas heridas,
sus olvidos.

Ni siquiera valen las palabras,
los latidos sordos,
el sacrificio.

Claro que es otro lamento,
todavía sin sentido,
apenas inútil.

Quizás demasiado estúpido,
tan patético,
previsible.

La mirada vacía del miedo,
sin el escándalo,
la locura.

En el alrededor ya están las moscas,
su vieja sabiduría:
soy un cadáver.

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