sábado, 11 de marzo de 2017

EXCRITURA AUTOBIOGRÁFICA XVI

Después que te fuiste, muy pocos años después,
creo que descubrí el secreto
en el nombre de tu bebé: Ernesto.
Llegaste de la nada y vivías
justo enfrente de mi casa,
un departamento de apenas cuatro paredes.
No sé por qué te encariñaste conmigo;
charlábamos en la vereda, y reías,
yo decía desmesuras adolescentes para el 79;
claro que siempre, al final,
tus comentarios me dejaban pensando y pienso.
Lástima que duró tan poco,
como mucho habrá sido un año,
Tu marido había conseguido un trabajo,
mejor, muy lejos;
te creí, ¿qué se le podía decir a un pibe?
Pero ante de irte,
me invitaste a tomar unos mates.
Todavía recuerdo la piecita,
una ventana abierta y el rincón con la cuna.
Y de golpe me dijiste, casi llorando,
que vos querías eso,
que tu hijo creciera como yo, libre.
Me diste un beso en la frente, temblaba.
Después buscaste en la pila de los libros:
"tomá, para que no me olvides".
Ahora está en mi biblioteca,
para siempre en el misma lugar, La razón de mi vida.

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