EXCRITURA DE BYUNG-CHUL HAN
Ya no quería más ilusiones ni vacaciones,
los cruceros o las aventuras;
desde la vista de su balcón,
erguido, no lograba ver nada,
ni el día ni la noche, líneas mudas.
Tampoco le servía otro trago
o la rutina del face-book,
menos la tonta pornografía.
Ya no era él, otro o nadie.
Ni la fantasía del suicidio,
si hasta podía saltar y volar, lo peor.
Por suerte, vio ese cuchillo, el filo,
apenas una herida y la sangre...
Bueno, al menos adentro todavía existía algo.
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