EXCRITURA AUTOBIOGRÁFICA XVIII
En mi escuela adoraban a los sagrados uniformes,
todos o casi todos.
También les gustaban las nucas peladas,
que marcháramos erguidos, bien ordenaditos.
En el aula no volaba una mosca,
tampoco la menor idea de libertad.
Humillar formaba parte de las lecciones,
o por lo menos a los más débiles.
A los varones, antes de la santa misa,
los enviaban a confesarse con el obispo pedófilo.
Ellos, por supuesto, cumplían con su deber
y disfrutaban cada sanción.
Salvo la portera, usaban perfumes importados,
¿les darían asco sus olores?
Un día -aun me rebela- trajeron una banda militar,
y no me quedó otra que odiar al himno.
Todos o casi todos,
en mi escuela eran unos reverendos hijos de puta.
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