EXCRITURA AUTOBIOGRÁFICA XIX
Al cerrar el libro, solo y fascinado,
a la sombra del patio de la casa;
la duda era mía, adentro,
y -lo supe- para siempre.
La magia de esas ruinas
eran más que las palabras
o un relato barroco de Borges
para jugar con el asombro.
Flotaban, mis pies y mis ojos,
todo podía ser irreal.
También la pared del fondo...
tan inútil trepar un árbol.
Ya no tenía quince años,
el tiempo era inmenso y secreto.
Nunca, jamás lograría saber
si existía o era apenas el sueño de otro.
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