EXCRITURA DE HÉCTOR MURENA
Si para poder masticar tanto silencio
tenemos una boca;
las dos piernas
mientras seguimos perdidos;
los oídos abiertos
si necesitamos más explosiones;
y también un corazón
que aun no aprendió a latir.
Por suerte, está el sol...
¿Porque no lo vemos, tenemos los ojos?
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