domingo, 29 de abril de 2018

EXCRITURA DEL SOSIEGO

Ayer, a la tarde, compartí un café con Bernardo Soares.
No había casi nadie en el bar.
Regresábamos cansados del trabajo,
veníamos a dejar pasar el tiempo,
Igual, sospecho, carecía de importancia,
solo, a veces, mirábamos el reloj.
Durante dos horas, los dos,
solo observamos a través de la ventana.
Ninguno dijo una sola frase.
Pero creo que fue un encuentro agradable.
Cada uno fumó sus cigarrillos.
Después nos levantamos, por la vereda no pasó Pessoa.

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