domingo, 15 de abril de 2018

EXCRITURA DE EUGENIO MONTALE

Durante mis primerísimos años, una primavera,
con mi padres visitamos a un tío extraño,
lejano, un apartado del mundo.
No puedo recordar su rostro,
tampoco el motivo del encuentro;
quizás un negocio o una simple distracción,
que los chicos conocieran el campo,
dejarlos correr sin vigilancia.
Después no supe más, nunca pregunté.
Era un campo despojado, ni siquiera un caballo,
pero en un galpón sucio tenía un loro.
A mi hermano le dio miedo,
prefirió cansarse entre los pastos
Y charlé con él muchas horas:
enigmático, sorprendente, muy simpático.
También nos mirábamos a los ojos
casi como si fuéramos amigos...
Creo que se llamaba Chorlito o Chicholín.
Ya ha pasado mucho tiempo en la vida
y aun no olvido ese momento;
esas palabras con plumas y colores,
muchas veces, demasiadas, me salvan del silencio.



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